La preocupación sobre la educación está presente en numerosas ocasiones en los discursos de los principales dirigentes políticos de los últimos años, insisten en que sin educación los países los cuales dirigen están condenados a la decadencia. Fuera de una interpretación causal sobre dicho razonamiento, puede pensarse que esta disertación estereotipada sobre la educación contiene un núcleo razonable a pesar de las exageraciones, simplificaciones y distorsiones que suelen acompañarla, y que ésta consiste en que “la educación puede permitir a las naciones competir ventajosamente en la nueva economía mundial y hacer frente a los retos que suponen la incorporación de las nuevas tecnologías y globalización” (Halsey, Lauder, Brown y Wells, 1997: 7-8).
Este supuesto y similares en la realidad española han tenido menor relevancia o impacto político – social a la hora de compararla con la de otros países. La educación en España suele tener una importancia en los programas políticos menor en comparación con otros temas sociales. Pero ciertamente, la realidad española mostrada en el informe trienal de PISA de la OCDE deja la educación española en una mala situación respecto a la media europea, por lo que difícil será que España consiga los objetivos que Europa se ha marcado para 2010.
Aun así, y a pesar de la gravedad de esta cuestión, la problemática educativa rara vez aparece en el debate político general, salvo en ocasiones aisladas y por cuestiones más político – partidistas que educativas en su sentido propio.
En consecuencia la realidad de nuestras aulas es que la inversión que el gobierno realiza es de tan sólo el 4,2% del PIB, una cantidad inferior a la de todos los países de la UE. Tal desinterés puede corresponderse tanto con la inepcia como con la astucia para ostentar el poder sin el contrapoder de la inteligencia instruida.
Pero, evidentemente la gestión de la Administración, independientemente de la ideología vigente, no es la única causa de dicho escenario. La problemática educacional que existente en España es consecuencia de las diferentes situaciones sociales que conviven e interactúan hacia una realidad cada vez más desoladora.
El contexto social, la familia, el funcionamiento del sistema educativo, la actitud de la Administración, el trabajo del profesorado y la disposición del propio alumnado, hacen que el análisis de la realidad educativa deba de abordarse seriamente y de forma interdisciplinaria.
El cambio persistente referente al área educativa, el sistema y su gestión, que raramente ocurre de una forma tan reiterada en otra área de trabajo de la Administración, se relaciona más con cuestiones partidistas dependientes del gobierno electo que por una mejora real del sistema, lo que complica su gestión y rentabilidad.
El sistema educativo español “no aprende” de las experiencias de éxito de otros países, como es el caso de Finlandia país líder en educación contendiente que sí está abierto al análisis de las prácticas educacionales efectivas de los demás. En España se tiende a “inventar” nuevas fórmulas de acercarse a la problemática educacional, de las que se suele desconocer su efectividad real, descartando por lo general el sistema anterior establecido sin mayor crítica o valoración.
En lo que respecta al proceso de evaluación y su historia, el nivel mínimo exigido de conocimientos en las escuelas es cada vez menor igualándose por defecto respecto a las nociones que muestran los alumnos, con lo que ello supone y significa.
Otro aspecto de vital importancia es la colaboración entre padres y educadores que debe de tener un sentido paralelo y bidireccional, pero en numerosas ocasiones se muestra una realidad desalentadora en dónde, por un lado, el núcleo familiar pierde autoridad y la dedicación en su gestión, control y mantenimiento por parte de quienes lo conforman es escasa, por lo que en consecuencia los hijos quedan a la deriva en un entorno social en el que imperan actividades de ocio que en considerables ocasiones son contraproducentes a la hora de formar ciudadanos con capacidad autocrítica, sentido de la educación y respeto social.
Por otro, los educadores se muestran desmotivados, por diferentes factores tanto internos como externos e inherentes al proceso educativo, observando como una educación de mediana calidad es cultivo de la futura exclusión social de los ciudadanos. Como respuesta ante esta situación el informe de PISA establece una devolución a los centros y al profesorado de las competencias educativas, pero no de una manera inflexible y rígida sino que dotada de la suficiente tolerancia para su adecuación según las circunstancias a modo de orientación o guía para el desarrollo.
En lo referente a estas consideraciones el informe PISA es claro para la mejora de dicha calidad educativa señalando como núcleo para el trabajo, la colaboración. Colaboración entre el profesorado, la atención individualizada, la formación de los maestros ante la nueva realidad emergente, la autonomía organizativa y curricular de los centros y la cooperación efectiva entre el mundo educativo y el empresarial en lo que respecta a todas sus formas y niveles para la consecución de la coherencia entre la oferta educativa y la demanda laboral.
Este enfoque lo que en definitiva presenta es poder adaptar lo general a lo particular. Cada individuo es único, procesa y vive cada situación de una forma particular que depende de numerosas variables internas y externas a la persona, como pueden ser: el entorno urbano o residencia dónde se desarrolla, el índice de la problemática familiar, el entorno social y de desarrollo, las necesidades personales, el tipo de procesamiento de la información y adquisición de conocimientos, etc.
El coordinador del informe PISA 2003, Andreas Scheleicher, en declaraciones al diario “El País”, el 7 de diciembre de 2005, señalaba de la importancia de la educación individualizada la cual se alcanzará “cuando los profesores tenga la capacidad de hacer un diagnóstico por cada alumno y de comprender sus necesidades. Cuando los profesores tengan la responsabilidad de resolver los problemas y los colegios flexibilidad para adaptar el entorno al aprendizaje de los alumnos”.
En consecuencia, se obliga en primer lugar a invertir en el entorno educativo y en la formación a medida de los profesores. Es decir, para cumplir los puntos y metas establecidas y ya definidas por la OCDE, hay que poner a disposición de todos los agentes intervinientes en el sistema educativo las herramientas necesarias para que la consecución de dichos objetivos sean posibles.
En definitiva, no se potenciarán las cualidades de cada alumno si se sigue trabajando con un sistema creado de forma estándar, enfocado hacia un alumno estándar, ya que de esta forma se trasgrede lo que nos hace a todos diferentes y únicos. Que se estudien y valoren esas diferencias para su descubrimiento, potenciación y desarrollo, es, en definitiva, una asignatura pendiente.
Este supuesto y similares en la realidad española han tenido menor relevancia o impacto político – social a la hora de compararla con la de otros países. La educación en España suele tener una importancia en los programas políticos menor en comparación con otros temas sociales. Pero ciertamente, la realidad española mostrada en el informe trienal de PISA de la OCDE deja la educación española en una mala situación respecto a la media europea, por lo que difícil será que España consiga los objetivos que Europa se ha marcado para 2010.
Aun así, y a pesar de la gravedad de esta cuestión, la problemática educativa rara vez aparece en el debate político general, salvo en ocasiones aisladas y por cuestiones más político – partidistas que educativas en su sentido propio.
En consecuencia la realidad de nuestras aulas es que la inversión que el gobierno realiza es de tan sólo el 4,2% del PIB, una cantidad inferior a la de todos los países de la UE. Tal desinterés puede corresponderse tanto con la inepcia como con la astucia para ostentar el poder sin el contrapoder de la inteligencia instruida.
Pero, evidentemente la gestión de la Administración, independientemente de la ideología vigente, no es la única causa de dicho escenario. La problemática educacional que existente en España es consecuencia de las diferentes situaciones sociales que conviven e interactúan hacia una realidad cada vez más desoladora.
El contexto social, la familia, el funcionamiento del sistema educativo, la actitud de la Administración, el trabajo del profesorado y la disposición del propio alumnado, hacen que el análisis de la realidad educativa deba de abordarse seriamente y de forma interdisciplinaria.
El cambio persistente referente al área educativa, el sistema y su gestión, que raramente ocurre de una forma tan reiterada en otra área de trabajo de la Administración, se relaciona más con cuestiones partidistas dependientes del gobierno electo que por una mejora real del sistema, lo que complica su gestión y rentabilidad.
El sistema educativo español “no aprende” de las experiencias de éxito de otros países, como es el caso de Finlandia país líder en educación contendiente que sí está abierto al análisis de las prácticas educacionales efectivas de los demás. En España se tiende a “inventar” nuevas fórmulas de acercarse a la problemática educacional, de las que se suele desconocer su efectividad real, descartando por lo general el sistema anterior establecido sin mayor crítica o valoración.
En lo que respecta al proceso de evaluación y su historia, el nivel mínimo exigido de conocimientos en las escuelas es cada vez menor igualándose por defecto respecto a las nociones que muestran los alumnos, con lo que ello supone y significa.
Otro aspecto de vital importancia es la colaboración entre padres y educadores que debe de tener un sentido paralelo y bidireccional, pero en numerosas ocasiones se muestra una realidad desalentadora en dónde, por un lado, el núcleo familiar pierde autoridad y la dedicación en su gestión, control y mantenimiento por parte de quienes lo conforman es escasa, por lo que en consecuencia los hijos quedan a la deriva en un entorno social en el que imperan actividades de ocio que en considerables ocasiones son contraproducentes a la hora de formar ciudadanos con capacidad autocrítica, sentido de la educación y respeto social.
Por otro, los educadores se muestran desmotivados, por diferentes factores tanto internos como externos e inherentes al proceso educativo, observando como una educación de mediana calidad es cultivo de la futura exclusión social de los ciudadanos. Como respuesta ante esta situación el informe de PISA establece una devolución a los centros y al profesorado de las competencias educativas, pero no de una manera inflexible y rígida sino que dotada de la suficiente tolerancia para su adecuación según las circunstancias a modo de orientación o guía para el desarrollo.
En lo referente a estas consideraciones el informe PISA es claro para la mejora de dicha calidad educativa señalando como núcleo para el trabajo, la colaboración. Colaboración entre el profesorado, la atención individualizada, la formación de los maestros ante la nueva realidad emergente, la autonomía organizativa y curricular de los centros y la cooperación efectiva entre el mundo educativo y el empresarial en lo que respecta a todas sus formas y niveles para la consecución de la coherencia entre la oferta educativa y la demanda laboral.
Este enfoque lo que en definitiva presenta es poder adaptar lo general a lo particular. Cada individuo es único, procesa y vive cada situación de una forma particular que depende de numerosas variables internas y externas a la persona, como pueden ser: el entorno urbano o residencia dónde se desarrolla, el índice de la problemática familiar, el entorno social y de desarrollo, las necesidades personales, el tipo de procesamiento de la información y adquisición de conocimientos, etc.
El coordinador del informe PISA 2003, Andreas Scheleicher, en declaraciones al diario “El País”, el 7 de diciembre de 2005, señalaba de la importancia de la educación individualizada la cual se alcanzará “cuando los profesores tenga la capacidad de hacer un diagnóstico por cada alumno y de comprender sus necesidades. Cuando los profesores tengan la responsabilidad de resolver los problemas y los colegios flexibilidad para adaptar el entorno al aprendizaje de los alumnos”.
En consecuencia, se obliga en primer lugar a invertir en el entorno educativo y en la formación a medida de los profesores. Es decir, para cumplir los puntos y metas establecidas y ya definidas por la OCDE, hay que poner a disposición de todos los agentes intervinientes en el sistema educativo las herramientas necesarias para que la consecución de dichos objetivos sean posibles.
En definitiva, no se potenciarán las cualidades de cada alumno si se sigue trabajando con un sistema creado de forma estándar, enfocado hacia un alumno estándar, ya que de esta forma se trasgrede lo que nos hace a todos diferentes y únicos. Que se estudien y valoren esas diferencias para su descubrimiento, potenciación y desarrollo, es, en definitiva, una asignatura pendiente.
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