El valor más importante de una empresa son sus propios empleados, no nos engañemos. Si trasladamos esta idea al marketing y al ámbito educativo, la evidencia es más clara todavía: el claustro de profesores, el personal administrativo, en definitiva, todos los empleados que encontramos en un colegio pueden ser la mejor herramienta de marketing. ¿La clave? Fácil de decir, pero algo más complicado a la hora de aplicar, reside en que se trate de empleados felices.
Cuántas veces hemos escuchado a los siete enanitos de Blancanieves con aquella tonadilla de ‘silbando al trabajar’, bueno entendemos que no es lo más apropiado si lo llevamos al plano de la enseñanza, a menos que el profesor sea de música, pero sí que nos da pistas del grado de felicidad con el que se empleaban los siete enanitos en la mina.
El caso es que en Kapta Estrategias entendemos, porque así lo aseguran también muchos especialistas, que un trabajador feliz se convierte en el principal activo de nuestra empresa, en su estandarte o enseña cuando éste tiene contacto con el exterior, con públicos de interés, por ejemplo, para nuestro centro, como pueden ser los padres, o futuros padres de alumnos, o incluso con nuestros propios alumnos, quien no recuerda al profesor de El Club de los Poetas Muertos con aquel entrañable: ¡Oh Capitán, mi Capitán…! Este, sin duda, es el caso por excelencia de eso mismo, un profesor excelente. Y podemos alcanzar la excelencia dando lo mejor de nosotros mismos porque nos gusta lo que hacemos y ponemos toda la pasión en ello.
En cualquier caso, la felicidad va asociada a mostrar orgullo de sentimiento de pertenencia; la felicidad infla nuestro corporativismo, estimula la motivación, la innovación y fomenta la búsqueda de la excelencia. Todo eso puede aportar la felicidad de nuestros trabajadores, algo que, sin duda, hará que se froten las manos los responsables de marketing, porque ahí es cuando los trabajadores se convierten en la mejor herramienta para esta disciplina.
Todo genera una cadena positiva si consigues empleados felices, porque ellos hablarán bien de la empresa y hablar bien atrae el talento, y el talento permite crecer a la empresa. Se trata de un efecto multiplicador muy positivo para las organizaciones.
Pero cómo llegar a ese nivel. Desde luego, requiere un esfuerzo constante por parte de la dirección, porque hay que invertir en nuestro equipo humano, debemos aportarles espacios cómodos y fomentar la opción de compartir conocimiento, reconocer el esfuerzo, fomentar su desarrollo personal y alinear los objetivos de los empleados con los de la empresa. Todo ello los convertirá en los mejores prescriptores, conseguirá modernizar nuestra propia organización o empresa y mejorará su productividad, porque se realizará de una manera natural.
Ten en cuenta que un empleado motivado ante un posible cliente será siempre la mejor carta de presentación de tu centro o escuela.
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